3º Domingo de San José: «La Circuncisión del Niño Jesús a los 8 días.»

Tercer Domingo de San José [1]

El Nacimiento del Niño Jesús en Belén
(y Su Circuncisión a los 8 días)

Los Siete Domingos de San José  comienzan
el Primer Domingo de Febrero y terminan el Tercer Domingo de Marzo,
antes de la Fiesta de San José, el 19 de Marzo.

Invocación a San José

¡San José, guardián de Jesús y casto esposo de María! Tú empleaste toda tu vida en el perfecto cumplimiento de tu deber. Tú mantuviste a la Sagrada Familia de Nazaret con el trabajo de tus manos. Protege bondadosamente a los que se vuelven confiadamente a ti. Tú conoces sus aspiraciones y sus esperanzas. Ellos se dirigen a ti porque saben que tú los comprendes y proteges. Tú también supiste de pruebas, cansancio y trabajo. Pero aun dentro de las preocupaciones materiales de la vida, tu alma estaba llena de profunda paz y cantó llena de verdadera alegría debido al íntimo trato que gozaste con el Hijo de Dios, que te fue confiado a ti a la vez a María, Su tierna Madre. Amén.

3º  Domingo – Dolor y Gozo

El Nacimiento del Niño Jesús en Belén
(y Su Circuncisión a los 8 días)

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San José dice:
Agosto 3/2009 (6:30 am)

Carísimos hijos, a los ocho días del Nacimiento del Niño Jesús, dando cumplimiento a la Ley de Moisés, circuncidé al Recién Nacido. Mi corazón naufragó en el dolor, porque por fidelidad a los Mandatos Divinos tuve que cortar un pedazo de Carne al Divino Niño. Niño que derramó por primera vez Su Sangre Preciosa. Niño que lloró desconsoladamente ante Su primer sufrimiento. Niño que sería holocausto de Amor Divino para toda la humanidad. Niño que llevaría sobre Sus delicados hombros un gran peso: la salvación de los hombres. Niño que, a medida que iba creciendo, crecía en Gracia y en Sabiduría. Niño que en el momento de la circuncisión cercenó mi corazón; Sus Lágrimas purificaban aún más mi alma; Su llanto retumbaba en mis oídos; Sus gemidos quebrantaban mi espíritu; Su impotencia me llevó a amarle con frenesí, a adorar Su Sangre Preciosa; Sangre que lavaría al mundo de todo pecado; Sangre que purificaría la tierra entera de toda iniquidad; Sangre que blanquearía cada corazón como copo de nieve; Sangre que embriagaría a toda creatura en deseos de santidad; Sangre que arrebataría a todos Sus hijos hacia el cielo. El Inmaculado Corazón de María fue traspasado por una espada de dolor, Sus Lágrimas fueron bálsamo sanador para el Niño Jesús; Su regazo maternal alivianó Su sufrimiento; Sus besos cicatrizaron la Herida de Su Circuncisión; herida que manaba una fragancia de nardo purísimo de celestial perfume; perfume que seduciría a muchos para seguirle; perfume que eclipsaría de amor a la mayoría de los hombres; perfume que arrasaría con el olor putrefacto del pecado.

Después de este dolor desgarrador mi corazón se inundó de gozo; gozo al escuchar el dulcísimo Nombre de Jesús. Nombre que perduraría por años sin fin. Nombre al que toda rodilla se doblaría. Nombre que haría eco en el corazón de los hombres humildes, sencillos. Nombre que atraería a muchísimas almas a seguirle. Nombre que sería dulce miel y encanto para las almas vírgenes. Nombre que os llamaría a vosotros para haceros Sus mensajeros y Sus heraldos. Carísimos hijos, vivid en plenitud las Santas Leyes de Dios. Sed sumamente celosos en el cumplimiento de Sus Preceptos, porque en la obediencia se halla la santidad.

Oración del Papa León XIII

A ti, bienaventurado José, acudimos en nuestra tribulación, y después de implorar el auxilio de tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente tu patrocinio. Por aquella caridad que, con la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, te tuvo unido y por el paterno amor con que abrazaste al Niño Jesús, humildemente te suplicamos que vuelvas benigno los ojos a la herencia que con Su Sangre adquirió Jesucristo, y con tu poder y auxilio socorras nuestras necesidades. Protege, oh providentísimo Custodio de la Divina Familia, la escogida descendencia de Jesucristo; aparta de nosotros toda mancha de error y de corrupción; asístenos propicio desde el cielo, fortísimo Libertador nuestro, en esta lucha contra el poder de las tinieblas; y como en otro tiempo libraste al Niño Jesús de inminente peligro de la vida, así ahora defiende la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y de toda adversidad, y a cada uno de nosotros protégenos con perpetuo Patrocinio para que a ejemplo tuyo y sostenidos por tu auxilio, podamos santamente vivir, piadosamente morir, y alcanzar en los cielos la eterna bienaventuranza. Amén.

Rosario de San José, por Agustín del Divino Corazón, Colombia (2007). 

***


[1] Agustín del Divino Corazón, Libro 9,  ‘María, Madre de la Iglesia’ (May-Ago / 2009).


Fuente:
https://aparicionesdejesusymaria.files.wordpress.com/2011/06/9_maria-madre-de-la-iglesia-may-ago-2009.pdf
https://aparicionesdejesusymaria.files.wordpress.com/2011/06/1_en-las-fuentes-de-mi-divino-corazon-i-mar-oct-20071.pdf


 

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