El Preaviso – Revelación de DIOS para toda la humanidad, por Gladys Mazzei.

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ADVERTENCIA O PREAVISO QUE DIOS, EN SU INMENSO AMOR POR SUS HIJOS TODOS, VIENE A HACER A LOS HABITANTES DE LA TIERRA, A TODA NACIÓN, RAZA, LENGUA Y PUEBLO.

Recibido por Gladys Mazzei en los primeros días de Diciembre del año 2019.
Publicado el 26 de Marzo 2020.

Les comparto de esta experiencia mística, que al llegar hasta mí la Voz del Señor que desde los mismos Cielos pronunciaba esta advertencia, dejaba bien claro que todo cuanto se me daba para ser una testigo, incluyendo la Voz y las Palabras que por el Querer de Dios se me dejaban escuchar, venían directamente de Dios, del Único que hizo el Cielo, la Tierra, el mar y los manantiales. Palabras de lo Alto que como trompeta en altavoz decían así:

“Cuanto ven tus ojos, ese Preaviso de un riguroso Dios contra las Naciones…

El Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob me tomó en una experiencia mística para hablarme como lo ha hecho en otras ocasiones pasadas. En esta ocasión especial la experiencia vivida se dio en los primeros días del mes de Diciembre del año pasado, 2019. En esta experiencia tan inmensamente conmovedora yo sentí algo tan triste dentro de mí porque lo que se me había dado a ver era muy fuerte y me llevó a trasmitirles esta experiencia mística a algunas de las personas de gran oración y confianza, hermanas en Cristo, pidiendo que clamásemos, que orásemos al Dios Único para que en Su gran Misericordia nos diera Su Abrigo, entendiéramos y entendieran qué quería el Señor, cómo quería llevarlo a los pueblos cuanto se me daba a anunciarlo pero era bastante fuerte y lo menos que yo quería era llenar a las criaturas de pánico, pero el Señor no es así, el Señor cuando nos da algo nos lo da porque Él quiere traernos de nuevo a la Voz de Su llamado, aquella Voz que en los bullicios ya no se escucha más por el pueblo creyente ni por los bautizados ni por los no bautizados. Entonces era necesario que yo entendiera exactamente cómo y de qué manera Él quería que lo llevase, y así fue como me dio la fecha exacta, el día de hoy, la lectura de hoy me la dio en anticipación sin yo saber que precisamente caía en este día. Todo el Señor lo tiene, diría yo, en Su infinito Amor por todos, lo tiene mirado.

Dios me dejaba, por las Palabras que me hacía llegar, venían acompañadas por lo que se dejaba mirar como un muy devastador fenómeno que se presentaba en el horizonte. Eso que veía era como algo sobrenatural, como muy sombrío pero que al observarle cuidadosamente, tal cual la explicación que recibía en el momento en que estaba mirando, se me hacía saber que era necesario que mirase con atención, y yo lo hacía en santa obediencia. Vi que dentro del pedido que de lo Alto se me hacía, era el mirar muy de cerca cómo dicho fenómeno yacía tocando los cuatro puntos cardinales desde la tierra, momento en que me di cuenta al instante que todo cuanto a ver se me daba era muy serio, especialmente al ver con cuánta rapidez este fenómeno venía extendiéndose como un muy tétrico y oscuro telón o cortina sobre el mundo. Me concernía igualmente porque dicho fenómeno estaría igualmente afectando al mundo y a todos los habitantes en general. Parecía como si toda la atmósfera y toda la creación a una reaccionaran ante las conmovedoras Palabras que se dejaban escuchar del Creador. Éste era un muy devastador fenómeno, pues al mirarle vi que traía consigo a su paso grandes calamidades. Noté que traía consigo caos, sufrimientos no imaginables, devastadores sucesos, violentas corrientes de confusión, llanto, hambruna, dolor; una muy feroz, muy feroz persecución a la Iglesia fiel de Cristo. Vi que traía también pánico, desolación y muerte. Vi que venía también una especie de fenómeno compuesto de oscuras noches y de destructivas tempestades de toda clase. Vi que la Iglesia en particular entraba en un gran desierto de dolor, podría decir de gran desolación, grandes lágrimas, congojas, sinsabores de todo tipo. Miles yacían en dirección al mundo y todos los habitantes de la tierra.

Después de observarse estas cosas todas, la Voz de lo Alto continuaba dejándose escuchar a la vez que replicó en alta Voz:

Éste es apenas el inicio de la gran tribulación ya anunciada por los padres de la fe, por los grandes profetas, pues todos los habitantes de la Tierra han dado la espalda a su Creador, y con Su Ungido han hecho cuanto han querido; el Santo Nombre de Dios Único han arrastrado vulgarmente por doquier. La Tierra entera se ha prostituido, la generación presente se ha corrompido peor que Sodoma y Gomorra. Son pocos los justos que en Cristo debidamente corresponden a Dios, al Dios Único y Su Amor; son pocos los que en verdad y en espíritu creen en Él, muy pocos los que por Él y en Él adoran al Dios Único, y de corazón acogen Sus Decretos, Sus Mandamientos, Sus Leyes, Mandatos y Preceptos. Son muy pocos los que Le conocen, aman y sirven, y que han lavado sus túnicas con la Sangre del Cordero, y por Él y en Él rinden gloria y honor al que hizo el Cielo, la Tierra, el mar y los manantiales de agua.

El fenómeno que veía acompañaba estas Palabras que desde lo Alto se dejaban escuchar. Era un fenómeno bastante conmovedor en el que clamé al Dios Único diciendo: Dios Único y Señor mío del vasto universo, mi Rey y mi Dios, soy una pecadora, lo reconozco, sé que Os he faltado siendo que Eres un Dios tan Bueno, me avergüenzo inmensamente de mis faltas. Qué gran pena me da el haberos ofendido.

Y captando con gran curiosidad que le dio a Sus Palabras, podía advertir el decir el idioma español, a Dios pregunté: (yo podía advertir que las Palabras que el Señor estaba hablando las decía en el idioma español). ¿Qué nos estás pidiendo, Dios de los Ejércitos, a quienes hablamos este idioma? O Qué nos estás queriendo decir al pueblo o a los pueblos que hablamos este idioma? (A esta parte de la experiencia vamos a regresar al fina)…

Una de las cosas que entendía y sin lugar a equivocarme y desde el mismo instante que se hiciera visible dicho fenómeno (me refiero a la visión del Preaviso, en donde la Voz de Dios se dejaba escuchar), una de las cosas que notaba era que toda la humanidad con nuestras maldades nos habíamos atraído a sí mismos este doloroso Juicio, del cual Dios nos advertía venir en camino. (Recordemos que eran los primeros días de Diciembre de 2019, ya el Señor hablaba de lo que venía a la humanidad).

Dios hablaba y Su Palabra dirigía a todos los habitantes de la Tierra, a la vez que con gran desconcierto miraba a los pueblos cristianos y muy, muy en especial al Cuerpo Místico de la Iglesia Católica, Apostólica, Romana con sus miembros todos, a la vez que decía:

Los habitantes de la Tierra Me han dado la espalda y tanto el pueblo creyente como muchos de los que dicen creer y amarme, del Cuerpo Místico que Me di en la Iglesia Católica, Apostólica, Universal con sus miembros todos, caminan en los mismos pasos de los enemigos de la fe, en los que el fruto de las obras deja mucho que decir y en donde en vez de afirmar la fe de los más pequeños que buscan el conocimiento de la Verdad única, ésta le han desacreditado, le han distorsionado, le han descompuesto y desvirtuado llevando a muchos a la perdición. Esta Iglesia, Yo, El Dios Único, vine a fundarla en Mi Hijo a precio de Sangre para que sea refugio de los corazones, esperanza de la viuda y amparo y consuelo del niño, del huérfano y del desvalido. La fundé para que fuera Casa de Oración y Santidad, en donde Mi Nombre Santo fuera ensalzado debidamente y tal cual el modelo que les dejé en los primeros apóstoles y discípulos de la Iglesia primitiva. La fundé para que fuera Maestra y Modelo de vida por Dios, por el Dios Único y presente en ella y en quienes la conforman. La fundé como un lugar de buenas obras, agradables todas al Dios Único. La fundé en Mi Hijo, como Tienda de los Santos. Me la di como granero para guardar en ella el trigo y el dulce vino de Mis viñas todas. Me la di para que todo el que quisiera beber del agua de la vida tuviera una dirección en donde dar con esta Fuente. La fundé en Mi Hijo para que en la pureza cristalina de sus arroyos muchos se iniciaran en el camino a la vida, en el conocimiento al Santo de Jacob, el Dios de Israel y Dios Único. Me la di para que fuera Casa de Consagrados al Dios Único, pues quise darme en ella una familia fiel, una compañera que caminásemos juntos en el amor tierno y mutuo. Me la di para que por el agua, la palabra y el espíritu viniera a ser la compañera fiel, sincera, pura y casta, sin mancha y arruga, sino tal cual en Cristo vine a dármela.

Y El Señor decía:

Pero Mi Iglesia en vez de ser una modelo de Amor Divino entre las naciones y pueblos, se convirtió en nido de víboras, en una casa de pecado, de corrupción y maldad de la cual con sus prostituciones expulsan al Dios Único dándola, por su infidelidad, como alimento a los demonios, pues ha sido vilmente saqueada de los tesoros celestiales confiados a la misma; escondieron la verdad, de Mis más pequeños, los entregaron a la confusión. De Mis Estatutos, de Mi Ley, de Mis Designios y Mis decretos se avergonzaron; se acobardaron los pocos que en ella decían amarme dejando a los más frágiles de Mi rebaño totalmente descuidados, vacíos y angustiados en sus preguntas; en la gran incertidumbre, sin consuelo su pena. Dejando a Mi greda, faltos del verdadero conocimiento, faltos del cuidado maternal que muchos vinieron a buscar en la Iglesia que vine a darles como familia confiada a Mi Hijo. Y peor aún, dice el Señor, a muchos por su abandono les llevaron a la perdición y a la muerte, y todo por el pecado que hoy yace en sus adentros. Mi Iglesia ha pasado a ser la vergüenza y crítica de los pueblos de la tierra y Mis pequeños en ella la burla de las naciones, cuando la fundé para que fuera modelo de santidad y entrega al Dios Único. Por ello, hoy no tiene el consuelo necesario para ofrecer alivio a los que un día su confianza depositaron en ella, pues todos al igual que el resto yacen combatiendo entre las tinieblas de un mundo consagrado a los falsos dioses que dominan a los pueblos bajo sistemas contrarios a la verdad, bajo imposiciones de un régimen maquiavélico, injusto, cruel que presiona y asilencia bajo persecución y bajo miedos infundidos. Mis más pequeños, aquellos pocos que del pueblo creyente han elegido el camino de la vida los han hecho víctimas a la vista del Dios Altísimo.

Sí, dice el Señor, los pueblos del mundo, y entre estos muchos de Mis santos se han abierto a las sugerencias de un mundo pagano e infiel que hoy por hoy busca y se desvive por servir a falsos dioses, a las deidades que el mundo sirve y elogia por ver en estos inmundos ídolos a un dios que tiene como gran atractivo el que éste se puede acondicionar y ajustar a las exigencias, al capricho, al antojo y descabellado y un malvado proceder de un mundo sin dios que no tolera la Doctrina ni las Verdades del Evangelio de la Vida, tal cual la Esctura Sagrada, que dice…

Y el Señor me dio a escuchar, como en un eco, aquella Palabra que dice:
“3 Porque vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán la doctrina sana, sino que, arrastrados por sus propias pasiones, se harán con un montón de maestros por el prurito de oír novedades” (2 Timoteo 4:3).

Continuaba hablando la Voz que se escuchaba de lo Alto, y decía:

Pues de Mis santos hay muchos que precisan creer, persistiendo a la vez en su gran obstinación al pecado. Me acondicionan, Me retan y desafían con sus descarriados pasos del día a día. Mis Preceptos y Designios, Mis Prescripciones y Decretos han violado con su arrogancia y con su gran soberbia. Por la dureza de sus corazones se han  desconectado del niño. Rechazan y han rechazado de sus vidas y de sus hogares la Palabra de vida junto al amor santo, junto al amor tierno y duradero que vine a revelaros plenamente en Mi Hijo. Amor, el cual penosamente han desfigurado valiéndose de justificaciones sin sentido y de vergonzosas excusas. Por ello, dice el Señor de los Ejércitos, no Me agradan sus oraciones pues no llevan consigo la transparencia de una entrega bien definida, su conducta del día a día es contraria a la de una verdadera renuncia al pecado, es contraria a la de un auténtico arrepentimiento y de una radical conversión.

El Señor continúa diciendo…

Por ello, dice el Señor, el amor que Me manifiestan solo Me sirve de agravio porque llegan hasta Mí solo buscando Mis favores, y a sus vidas solo Me dejan entrar, siempre y cuando Mis Designios y Decretos no se mencionen entre sí. Evitan conocer de Mis caminos porque rehúsan el que opine cosa alguna acerca de sus pasos, pues Mis Leyes les aburren, odian Mis Mandatos, Mis Preceptos no toleran, y al igual que desdeñaron de Moisés y de los muchos profetas que les envié en otros tiempos, de igual modo continúan despreciando a Mi Hijo, el Cordero inmolado, de quien han hecho un gran mendigo de su amor, a quien muchos insultan sin conocerle y sin conocer cosa alguna de Su Doctrina. Y en donde, quienes Le conocen y conocen de Su Doctrina, y han escuchado hablar de la misma, responden a Su Doctrina con agravios, con riñas, con pleitos, con contiendas y con grandes agravios y desajustes de familia cuando se les pide vivir de acuerdo a ellas. Pues al parecer Mis Decretos, Mi Ley y Mis Designios continúan siendo la causa primordial de gran escándalo para muchos, incluyendo, para muchos de Mis santos consagrados y de quienes aseguran amarme y servirme.

Penosamente, dice el Señor, también muchos de los bautizados no toleran se les recuerde la fidelidad debida al Dios Único. Rechazo que sigue siendo el mismo de todos aquellos que por generaciones acosaron a los grandes profetas y mensajeros que envié a recordaros la verdad de Mis Decretos y la importancia de vivirlos y de caminar en conforme a estos. Por ello, dice el Señor, Me molesta el sacrificio, la penitencia, las oraciones y ofrendas de muchos de Mis ministros, pastores y consagrados que coloqué al frente de Mi Santuario, a quienes confié Mi rebaño con tanto amor, a quienes encargué Mi Tienda y confié Mis viñas, las que han pisoteado a la manera de cada quien, llegando muchos al punto de presentarse al demonio en el mayor y más vil de los sacrilegios dentro de la Iglesia, que Me di como esposa; al menospreciar, muchos dentro de la Iglesia, el extraordinario regalo de Mi Presencia, en donde Me doy a quien a Mí viene para alimentarle con el Pan bajado del Cielo, la pequeña Hostia donde ya, una vez Consagrada, yace Mi Espíritu y Mi Presencia total. Ahí estoy Yo Presente, dice el Señor, el Pan bajado del Cielo que muchos de ustedes han menospreciado y pisoteado vilmente, y a la manera de cada quien, pues por doquier con sus pies Me arrastran sin querer comprender por su fría fe, por su arrogancia y gran soberbia, el gran castigo que les acarrea este muy inmenso delito, que es el mayor desconcierto de todo un Cielo que llora por todos ustedes y sus graves iniquidades.

Por ello, la sinceridad con la que a Mí llegan muchos, dice el Señor, es una falsa sinceridad, no estoy en sus corazones, y sus presentaciones a Mí no pasan de ser un mero engaño, más que una manipulación de sus feas tendencias, pues son muchos los que Me hablan, oran y vienen a Mí a la vez que continúan en su obstinación al pecado. Piensan contentar a Dios meramente con el sacrificio que realizan y que llevan a cabo entre grandes apuros sin captar los besos de Mi Boca, sin percibir en el amor y la paz que yace en el interior de cada uno, que ahí Estoy Yo, la Voz de su silencio; amor y paz que no reconocen, que no saben de dónde vienen y a dónde les quiere llevar, porque está lejos el Amor Sacrosanto que se prueba en la obediencia del hombre para con su Dios.

¿Acaso no habéis entendido aún, dice el Señor, que Me gusta más el amor que los sacrificios? ¿Y el conocimiento de Dios más que meras ofrendas? Pero si lo entendieran, si lo entendiera Mi pueblo y todos los que dicen ser Míos, Mi Iglesia no hubiera llegado al lugar en donde se encuentra. Mi Santuario, han dejado de lado, han desafiado Mi Santo Nombre.

Y dice el Señor, Mi Santuario, Mi Templo Santo han saqueado, la Iglesia que Me fundé; han abandonado a su Rey, Su Amor han dejado de lado, han desafiado Mi Nombre Santo los que decían ser Míos. A Mi Iglesia entró Satanás y muchos de Mis santos le han rendido gran pleitesía. Se ha prostituido Mi Iglesia, muchos de Mis consagrados, de Mis ministros y pastores se han mancillado con las prostitutas del mundo; han manchado Mi Iglesia desde sus adentros, han puesto en último plano los Mandamientos de la Ley de Dios. Olvidaron al amor primero por abrirse a toda clase de mal proceder, por darse ampliamente a la concupiscencia, al mundo, al demonio y la carne, y a toda clase de idolatría. Se han endiosado a sí mismos, la humanidad entera se ha dado a todo tipo de promiscuidad. Mi Iglesia y Mis hijos todos, se han entregado de lleno a toda clase de impurezas, se han prestado a todo tipo de depravaciones carnales. El valor de la moral ha sido desechado en el mundo; de horrores, de errores morales se ha cubierto toda la tierra. La idolatría, la quiromancia, el espiritismo, la yoga, la acupuntura y toda clase de ocultismo y error espiritual se advierte por doquier. Es horror de Mis Ángeles del Cielo, la Tierra se ha prostituido. Han saqueado vilmente y cruelmente Mi Santuario, han dejado vacío Mi Templo de todo cuanto agrada al Dios del universo.

Es causa de grandes contiendas el hablar de Mi Palabra, muchos yacen desconectados de los Decretos del Dios Único. Esto, dice el Señor, si se han tomado el tiempo de conocerlos, porque muchos de los bautizados no conocen su fe ni a dónde han estado en todo este tiempo en cuanto al Amor del Padre. Un gran sin número de los Míos ha dejado de lado, por amor al mundo, la oración en la que su Creador desde siempre se ha comunicado con los Suyos. Los habitantes de la Tierra se han corrompido, sus maldades se miran claramente desde lo alto de los Cielos. Con Mi gran Misericordia juegan los pueblos y juega la Iglesia Santa que Me di, y los ministros que tengo adentro se han corrompido todos y, con todos, las Naciones. Los habitantes de la Tierra le han dado la espalda a su Dios; muchos, incluyendo a un gran número de bautizados que dicen creer y amar, han hecho cuanto han querido con el Día del Señor; los burdeles andan llenos que no dan abasto, la música que escuchan está llena de grandes vergüenzas al Cielo, todos danzan al son de las melodías infundidas por Satanás a los hombres que le ofrecieron sus talentos; las modas, sucias y vulgares han descarriado a Mis doncellas, hoy es causa de gran vergüenza al Cielo su conducta, pues sus cuerpos ceden como basura a los demonios. Los lugares nocturnos han convertido muchos en el día del descanso, incluyendo a un gran número de los que aseguran creer y amarme.

Los prostíbulos, dice el Señor, andan cargados, la castidad se desconoce y desprecia, pues dominados por las pasiones carnales, como anestesiados por el bullicio de las calles van todos de un lado al otro o donde el viento los lleve. El valor de la familia se ha perdido, el respeto que a ésta se debe ya no se encuentra en su seno; hay adulterio, odios, riñas, contiendas y grandes disgustos por causa de Mi Nombre Santo. Hay verdugos dentro de las familias que por Mi Santo Nombre oprimen cruelmente y vilmente a quienes Me reconocen y sirven, y a quienes están creciendo para amarme, para servirme. El sacramento del matrimonio entre un hombre y una mujer ha perdido su valor y muchos lo festejan. Y la belleza de éste le han robado; su maravilloso misterio en Dios lo han quitado del medio, ya no es la única unión que se mira y toma en cuenta, pues todo tipo de unión abominable al Señor justifican de acuerdo a sus inclinaciones. Así, han llevado al sacramento del matrimonio a desenfrenos carnales y maquiavélicos impulsos malsanos del hombre, han hecho de éste un hecho meramente carnal, le han desfigurado de su belleza, le han robado la grandeza del amor puro.

Decía el Señor:

Al Matrimonio le han robado la grandeza del amor puro, le han puesto en el más bajo de los niveles, sin tomar en cuenta que fue el mismo Dios que lo instituyó como Sacramento único divino de celebración en la Tierra y el Cielo. De igual manera, el hogar perdió la ternura del amor santo y su admirable función como primordial aula de la Fe y del Amor tierno del Creador. Ésta, es al Cielo, la ausencia del Dios Único en los corazones. Esta actitud del hombre es al cielo, la ausencia del Dios Único en los corazones. Es la total resistencia al conocimiento de Dios en el ámbito del hogar, en donde los hijos han perdido la dirección de sus pasos haciendo muchas veces de dicho entorno una frustración, una vida vacía y sin sentido que se ha convertido hoy en el rechazo del hombre a la vida desde su concepción hasta su partida natural de este mundo. Porque en su obstinación al pecado ha perdido el hombre todo rastro del amor verdadero, al punto de no saber cómo dar nuevamente con éste. Pues no hay quién les dé una sabia dirección ya que se han endurecido los corazones, llevando la Sabiduría de Dios a una pura charlatanería, en donde la fe es cuestionada y distorsionada al punto de cuestionarse, dice el Señor, dentro de Mi Iglesia, si Mi Palabra verdaderamente vino a encarnarse en Mi Hijo.

¡Oh!, cuán blasfemos son Mis hijos, cuando en Cristo, en Mi Hijo, en Él yace el Cimiento, la Roca insoluble, la Base inamovible, el Fundamento incambiable, tal cual lo descrito en la Sagrada Escritura, que Mi Amor por todos Le dejé como herencia, y la cual ni miran ni observan ni viven de acuerdo a su enseñanza. Y dije en ella de Mi Hijo, en Juan, Capítulo 1: Vino a su propia casa y los suyos no lo recibieron, pero a todos los que lo recibieron les dio capacidad para ser hijos de Dios.

Qué pasajes tan hermosos, yo necesito que interioricen estos pasajes porque muchos de ustedes, ahí en este chat no están por coincidencia alguna… Ahora continuemos con la Palabra de Dios. Y decía el Señor:

Cristo es la Palabra de vida que vino a darse al hombre para que en él hubiera vida. Esta Palabra de vida que en Mi Hijo les di es la Luz del mundo y no ha sido honrada debidamente por aquellos a quienes encargué Mis ovejas, a quienes llevé a Mi Tienda y confié Mis viñas, pues muchos han hecho cuanto han querido con Mi Palabra, con la Doctrina, con las Tradiciones, con los Dogmas y Sacramentos transmitidos por el mismo Cristo a los apóstoles y discípulos de la Iglesia primitiva, aquellos valientes hombres de la fe que Me amaron y defendieron todo lo Mío hasta el punto de dar sus vidas por las verdades del Evangelio Santo. Doctrina de salvación, la cual ha ido perdiendo su valor, dice el Señor, y la cual ha ido sacándose poco a poco y disimuladamente del vivir cotidiano del creyente, usando toda clase de erróneas excusas, de miedos infundidos y estructuras, y de destructivas y falsas justificaciones. Esta rebeldía del hombre dado al pecado y su gran apostasía sin límites, dice el Señor, ha llegado al máximo límite; sus herejías, su apostasía, sus depravaciones, sus desprecios y manipulación de lo Bueno, Santo y Justo es un gran insulto al Dios Único, ya no lo tolera el Cielo. Es una repetición de las burlas y azotes que imprimieron sobre Mi Hijo. Y muchos, que se dicen creyentes dentro de Mi Iglesia, han dado paso a todo tipo de excusas, colocando primero al hombre y su pensar, que colocar en primer lugar a Mi Hijo, quien derramó la Sangre por todos ustedes. Éste es un acto contrario al Evangelio, por parte de aquellos que dicen seguirme y amarme. Es un ultraje mayor, dice el Señor, es un desconcierto más grande que el que se Le hiciera sentir a Cristo por parte de los Suyos, al dejarlo en Su Calvario a solas. Es una humillación más grande y un golpe más severo y fuerte.

Y el Señor continúa diciendo…

Han puesto en último plano los Mandamientos de la Ley de Dios Único, olvidaron al primer amor por abrirse a toda clase de mal, por darse ampliamente a la concupiscencia, al mundo, al demonio, a la carne y a toda clase de idolatría, pues han puesto a otros dioses en Mi lugar, el humo de satanás se infiltró dentro de Mi Iglesia, bajo la aprobación de muchos de Mis consagrados. La honra debida a Mi Nombre Santo la han llevado a los sucios ídolos que por doquier se abrazan con todo tipo de excusas.

Escuchen, habitantes de la Tierra…

Le escuche decir al Señor…

Escuchen todos, en el mundo entero, así habla desde los Cielos el Señor. Esta gran rebeldía de ustedes todos, y su fe fría y distorsionada hacia Mi Hijo y hacia la gloria de Mi Nombre Santo es causa de absoluto desconcierto al Padre de toda la humanidad. Por ello, los que se quieran salvar vayan ahora, que aún queda un poco de Mi Luz en el mundo entero, y arrepiéntanse con sinceridad de corazón, salgan del pecado, salgan de toda ciudad que tenga la maldad encima, busquen con determinada determinación la verdadera conversión a la que solo puede el hombre llegar en Mi Hijo, y en nadie más que en Mi Hijo. Así, a lo mejor, la poca luz que hoy les alumbra vuelva por Cristo a recuperar su brillo en ustedes y en la Tierra, pues la oscuridad que su pecado les ha traído se extiende como gran velo por toda la Tierra, al no quedar ya en ustedes ni en el mundo mayor cosa que lo relacione a su Creador, ya que Le alejaron de sus mentes, Le sacaron de sus corazones, Le apartaron de sus vidas; se avergonzaron de amarle y de rendirle culto sólo a Él, para no perder a quien odia la verdad, para no incomodar a quien a la hora nueva se resiste.

Todo un mundo yace desviado, dice el Señor, los que habitan la Tierra van camino a la perdición, la oscuridad espiritual; por causa de la obstinación del hombre al pecado, cubre al mundo entero como pesada niebla. Pues por doquier que se mira hay pecado, hay maldad, hay llanto y desolación. Muchos mueren por ignorancia; otro tanto, porque bajo el dominio de mundo, del demonio, de la concupiscencia y del pecado y la carne la vida en ellos ha perdido ya su gran sentido, y la Salvación no les dice nada. Otro tanto, dice el Señor, muere porque no saben cómo reiniciarse en el camino de la Fe, en la senda del amor y la paz, en el camino que los lleva a la vida que nunca se extingue.

Mis más pequeños mueren, dice el Señor, porque no tienen quién los consuele en su gran amargura y profunda pena. A muchos, la Iglesia misma les robó el amor que yacía en ellos. A Mis más pequeños les han matado la esperanza; en algún lugar oscuro del mundo están perdidos. Han saqueado su casa y, las ganas de vivir, los malhechores que se conducen sin Dios por todo el mundo. Ya no hay quien salga al encuentro de los más pequeños del Señor, ya no hay quien allane el paso a los desviados, y quién les hable de la Buena Nueva definitiva, pues todos se han descarriado para darse abiertamente a todo lo impuro, lo temporal y perecedero. Se han creado nuevos caminos, se han iniciado en sendas absurdas y ajenas, muy lejanas al Señor y Dios Único. Como anestesiados, como adormecidos y como somnolientos han pasado por alto la Doctrina Santa e insoluble que Mi Hijo, El Cordero Inmolado, transmite para bien de todos, y la que dejé como Herencia Divina en los apóstoles y discípulos de la Iglesia primitiva. Doctrina Santa a la que el hombre continúa haciendo guerra al tocar bases ajenas y extrañas, donde Mi Hijo instaló por siempre y para siempre una Verdad insoluble, cimientos irrevocables, inmovibles bases en las que jamás y nunca puede edificarse otro fundamento sobre lo ya establecido por el mismo Cielo.

Sí, Mis hijos Me han abandonado…

Escuchaba decir en esta Voz que bajaba, que se dejaba sentir desde el Cielo de forma abierta como una trompeta en altavoz, que hacía su eco en las cuatro esquinas del mundo.

El Señor decía que ya no le complacía ni se sentía agradado con las prédicas ni sacrificios, ni la oración ni la penitencia que Le ofrecíamos. Él decía:

Sus ayunos Me molestan, Me incomodan, Me irritan porque de muchos su ayuno no es más que bullicio, y de grandes elogios y alardes de unos para con otros, dice el Señor, pues el hombre necesita mucho más para agradarme, para llegar a la lealtad de hijos de Dios, y para su salvación y la salvación de los demás pequeños, que un simple ayuno puesto en altavoz para que lo escuchen todos. ¿Acaso están tan entorpecidos y enceguecidos por el pecado que no pueden entender que Soy el mismo de ayer, de hoy, y el mismo de siempre?

Decía el Señor…

¿Y, qué de Mis Palabras no han entendido? ¿Que su valor jamás y nunca se apaga? ¿Y que Mi Palabra es la misma de ayer, de hoy y de siempre? Por ello, interioricen en cuanto del ayuno les hablé y hablo en el eterno presente que dice: Según Me dicen, ¿Me andan buscando día a día y se esfuerzan por conocer Mis caminos? Como una nación que practica la justicia y no descuida las órdenes de su Dios, vienen a preguntarme, ¿cuáles son sus obligaciones y desean la amistad de Dios? Y se quejan, ¿por qué ayunamos si Tú no lo ves? Nos humillamos, ¿y Tú no lo tomas en cuenta? ¿Cómo debe ser el ayuno que Me gusta?, dice el Señor, ¿o el día en el que el hombre se humilla? ¿Acaso se trata nada más que de doblar la cabeza como un junco?, ¿de acostarse sobre sacos y cenizas? ¿A eso llamas ayuno y día agradable a Yahvé?

Esas palabras venían con el Señor, eso lo pueden ver en Isaías 57:1-5.

La Voz del Señor continuaba dejándose escuchar, y decía:

¿Qué han hecho muchos dentro de la jerarquía eclesial con el Sacramento de la Confesión?, dice el Señor. El Sacramento de la Confesión ha sido llevado por muchos de Mis ministros a una pura charlatanería, ha sido llevado a su más bajo nivel, pues no son más que una ofensa al Cielo porque han dejado de lado cuanto Me agrada para predicar una falsa fe bajo miedos infundidos, para difundir una desfigurada doctrina acomodada al punto de vista del hombre moderno; para infundir una falsa piedad, una desfigurada misericordia, una paz que no viene de Mí, una distorsionada justicia ajena a la Ley de Dios, a lo cual se debe el espíritu amargo que muchos Me ofrecen en el día a día del vivir cotidiano.

Quiero corazones renovados, dice el Señor, quiero auténticas conversiones, no el relativismo, en el que yace sumergida la compañera que Me di como esposa en la Iglesia. La Iglesia que Me di en Mi Hijo, el Cordero Inmolado, ha desafiado Mi Nombre, se ha prostituido y ha puesto por encima del Dios Único a falsos dioses, ha dado cabida a la idolatría, al engaño, a toda clase de maldad. La injusticia, el amor a los bienes terrenales y su apertura a las vanas glorias, unida a su desamor y poco interés a los más pequeños Míos, le ha llevado a hacer cosas incoherentes y abominables al Cielo.

Mis hijos abandonaron las sendas del bien, dice el Señor, los habitantes de la Tierra Me han dado su espalda al dejar en segundo plano el camino de la verdad y la vida que vine a revelaros plenamente en Mi Hijo. Mis hijos se han prostituido, han abandonado a su Rey, han desafiado Su Nombre Santo, han manchado la Iglesia desde sus adentros, han puesto en último plano los Mandamientos de la Ley de Dios. Olvidaron al primer amor, por abrirse a toda clase de mal, por darse ampliamente a la concupiscencia, al mundo, al demonio, a la carne y a toda clase de idolatría.

El Señor decía…

Sí, Mis hijos Me han abandonado, han tirado a rodar por el suelo cuanto es agradable a Mis ojos, hasta los más santos han colaborado y se prestan a toda clase de cultos paganos. La gloria, el honor y honra debidos al Dios de Vida, al Único Dios, a quien aseguran servir, la han llevado a dioses ajenos con todo tipo de excusas. Los habitantes de la Tierra han hecho y están haciendo cosas bajas, repugnantes, abominables y muy vergonzosas a Mi Vista, pasando por alto, en su gran arrogancia y soberbia, la gran tragedia que les acarrea todo mal proceder que realicen o infundan directa o indirectamente para afectar a Mis más pequeños. Por ello, las tinieblas cubrirán las Naciones todas, la desolación se dejará sentir por doquier.

Éstas eran las Palabras que llegaban del Señor, y continuaba diciendo…

De oscuridad se vestirán los Continentes todos, será un eclipse total la luna sobre la faz de la Tierra, y en medio de su oscuridad se escuchará el lamento, las quejas y el incontrolable llanto de todos los habitantes de la Tierra porque han pasado por alto Mis Normas, Mis Ordenanzas, Mis Preceptos, Mis Mandamientos y Decretos, porque aquellos que en Mi Hijo Me di, como cuerpo místico, como compañera fiel e inseparable, como Iglesia santa, como Templo del Dios Vivo, han pisoteado todo cuanto quise dejarles como Herencia Santa.

Continuaba el Señor diciendo desde aquel lugar entre la tierra y el mar donde me levanté en visión, decía…

Por ello, dice el Señor, ya viene la desolación a vuestro encuentro, ya se acerca el gran día de las calamidades. La Tierra comienza a revestirse de luto, habrá hambruna sobre la Tierra. El llanto, la confusión y angustia se dejarán sentir por doquier. Les vendrá desastre sobre desastre, devastación sobre devastación, la desolación saldrá al encuentro de todos los pueblos. Buscarán ayuda, dice el Señor, buscarán la esperanza y no le hallarán; alivio, y correrá de su lado. La paz no se dejará encontrar, porque su gran persistencia y total obstinación al pecado los ha puesto bajo el dominio de aquella malvada serpiente antigua que hiciera caer a los primeros padres Adán y Eva.

Por ello, dice el Señor, vendrán lunas oscuras y la Tierra entera sufrirá la oscuridad que trae su especie. En su gran sufrimiento esperarán los habitantes de la Tierra y los pueblos todos, por el salir de la siguiente luna para ver si en éste encontrarán algo de alivio y esperanza. Pero aseguro, por Mi Nombre Santo, dice el Señor, la segunda luna les vendrá con peores males que la primera, porque abandonaron al Rey de Gloria, porque a su Creador los habitantes de la Tierra han dado su espalda.

Dios, muy desconcertado de Sus hijos todos, continuaba hablando y decía…

Conozca la Tierra entera del gran Juicio que se avecina. Escuchen este previo Aviso, todos los habitantes, a ver si hay alguien que quiera dar oído a la Palabra de Vida, y alguien que quiera cambiar el rumbo de sus pasos.

Palabras, que al dejarse escuchar, me permitían captar la gran velocidad con la que estos fúnebres acontecimientos amenazaban la Tierra entera. Luego, de Dios, la Voz que se escuchaba en altavoz decía:

El riguroso Juicio que yace en el horizonte, del que les aviso antes que tome lugar, y el que amenaza devastar la Tierra entera, no viene al mundo porque su Creador, el Dios Único, les haya dado a Sus hijos la espalda. No, sino porque todos Mis hijos Me han dado la espalda; todos Mis hijos se han ido en otras vías; porque el hombre en su libre albedrío eligió conscientemente de su gran error, el camino contrario a la vida, creando por su gran obstinación al pecado, un gran abismo que le separa del Dios Único, su Creador.

Y el Señor decía…

Replicó el Señor, Yo Soy el Rey de reyes y el Señor de señores, a quien ustedes todos, en vez de reconocer en Su Señorío, Le han mirado con gran indiferencia. Me ofenden sin medida, Me acondicionan al recibirme. Conscientes de lo que Me hacen, se han desconectado de los Divino, de lo bueno, de lo santo y agradable al Dios Único, a quien ofenden continuamente al recibir con gran desgano, sin mayor interés, todas las Verdades que les di en Mi Hijo, Cristo Rey, pues no viven conforme a Mi Palabra. Mis Designios, Preceptos, Ordenanzas, Mis Leyes y Secretos hacen a un lado, con el vil pretexto de que pudiera ofender al hombre moderno y al mismo tiempo quebrantar la paz con quienes a la fe se oponen. Qué gran error de muerte es éste, dice el Señor, si supieran el mal que les acarrea tan malvada y arrogante actitud hacia el Cielo, por el gran rechazo a darse en una Fe bien definida, radical, terminante, inmovible y ardiente.

Y agrega el Señor…

Ésta es la rebeldía del hombre, es la soberbia y la total arrogancia de quien conscientemente ha elegido el camino opuesto a su Creador. Vuelvan a su Creador, antes que sea demasiado tarde. Recuerden que todo camino opuesto a Dios es oscuridad, es tiniebla, es sinsabor; es tormento, angustia, devastación y muerte. Esta vía, de tomarla el hombre, de optar por adentrarse en ésta y elegirla como su camino, a pesar de las advertencias de su Creador, pudiera de no cambiar de vía el hombre, desembocar en su propia muerte, que es la total ausencia del Creador en el hombre. Pues todo pecado en el hombre se convierte en un ancho, hondo y muy profundo abismo, el cual solo puede cruzarle el hombre en el Cordero Inmolado y en ningún otro. Porque no todas las religiones llevan a Santo de Jacob, el Dios de Israel. De otro modo, la Sangre de Mi Hijo, El Cordero Inmolado, hubiese sido derramada sin sentido y sin mérito alguno.

Sépanlo desde hoy mismo, la Naciones todas. Sépanlo, los habitantes de la Tierra, que así habla el Dios de los Ejércitos. Que quien tenga oídos para oír, que escuche la Voz que hoy habla desde los Cielos en estas Palabras.

Pues el Dios Único y Verdadero habló a través de mis labios, y podemos estar seguros que seremos testigos de lo que el Señor me ha enviado a comunicar, al ver con nuestros propios ojos el total cumplimiento de lo que encierra este Preaviso o informativo celestial de gran urgencia…



Fuente:

AMOR DIVINO

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2 respuestas a El Preaviso – Revelación de DIOS para toda la humanidad, por Gladys Mazzei.

  1. alejandra dijo:

    Donde puedo encontrar a Gladys, para entrevista de programa católico

    Me gusta

  2. Pingback: ¿En dónde estamos? – Mensaje de Dios Padre a Gladys Mazzei | Apariciones de Jesús y María

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