Día 7. Consagración a Mi Inmaculado Corazón: Reparad y ofreced sacrificios

Tomado del Libro: “María, Maestra de los Apóstoles de los Últimos Tiempos, Tomo I, Consagración a Mi Inmaculado Corazón” (Ene 2010)
Revelaciones dadas a Agustín del Divino Corazón – Manizales, Colombia

MaríaMaestradelosApóstolesdelosÚltimosTiempos

Consagración a Mi Inmaculado Corazón (2010)

Día 7.  Reparad y ofreced sacrificios[1]
Enero 4/2010 (4:30 pm)

“Hijos Míos: El Refugio de Mi Inmaculado Corazón se halla abierto para todos vosotros; en él encontraréis asilo, protección; en él os sentiréis seguros, convencidos que el enemigo no se atreverá a tocaros. Reparad por tantas ofensas y sacrilegios que recibe Jesús en el Santísimo Sacramento. Reparad y ofreced sacrificios, porque el pecado ha llegado al colmo de la desfachatez. La Copa del Padre rebosa. Muy pronto desatará Su Justa Cólera sobre toda la humanidad; os ha llegado el momento que todo se cumplirá. El Castigo no podrá aplazarse más, porque muchas almas están en peligro de condenación. Muchas almas hieren el Sacratísimo Corazón de Jesús con su iniquidad. Muchas almas han llegado al tope del descaro, muchas almas han abierto las puertas a la tentación, muchas almas abusan de la Misericordia de Dios; muchas almas irán a parar al infierno porque no cumplen con los Mandamientos, hacen de su vida un carnaval, una fiesta; muchas almas huelen a podredumbre, porque nada bueno hay en sus corazones; muchas almas retan al Señor, postergando para mañana su conversión. Muchas almas se han hecho cómplices del mismo demonio.

Hijos amados, os quiero recordar, por última vez, parte del Mensaje que Jesús dio al Padre Pío en 1950: Gran parte de la humanidad será destruida, como los habitantes de Sodoma y Gomorra, porque no han acogido el Mensaje liberador de Jesús, se han apartado de Su lado, andan por el camino que las llevará a la perdición. Hijos amados, cuando veáis alteraciones en el sol, en la luna y en las estrellas: estad preparados, porque muy pronto se dará inicio a las 72 horas, profetizadas en las Sagradas Escrituras; horas que partirán de una noche fría; noche, en la que soplará el viento; noche, en la que se escuchará el tronar de los rayos; noche, en la que caerá una lluvia persistente de fuego; noche, en la que el viento esparcirá por toda la Tierra, gases venenosos; noche, en la que debéis tapar puertas y ventanas para que no veáis la guerra desatada entre el Cielo y el Infierno, porque si miráis: pereceréis súbitamente; noche, en la que debéis arrodillaros frente a un Crucifijo y pedir la protección celestial; noche, en la que debéis orar postrados o con los brazos en cruz, pidiendo Mi Protección Maternal; noche, en la que las almas que estén en estado de gracia y pidan Mi Amparo, nada les sucederá; las almas inocentes y buenas que mueran, serán tomadas como mártires; noche, en la que debéis encender una vela bendita y rezar el Santo Rosario y la Coronilla de Protección: ‘¡Quién como Dios! ¡Nadie como Dios!’, orando con vuestra mente y con vuestro corazón; noche, en la que debéis guardar los animales, ellos también son hechuras de Dios; noche, en la que muchos morirán de miedo, de desesperación; noche, en la que los malvados serán aniquilados; noche, en la que los elegidos no deberán dormir.

Hijos carísimos, una vez pasadas las 72 horas: el sol reaparecerá. Reinará una gran paz. Jesús será amado, adorado y glorificado. La Iglesia vivirá humildemente y practicará las Virtudes de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote. No existirán divisiones, todos vivirán en el santo temor de Dios. ‘Mas, en orden al día y a la hora, nadie lo sabe, ni aun los Ángeles del Cielo, sino sólo Mi Padre’ (Mateo 24, 36). Comprended que: os ha llegado la hora, ya no hay tiempo para las diversiones; el poco tiempo que os queda es para orar, hacer penitencias, ayunos, mortificaciones. Volved vuestros ojos y vuestro corazón al Señor. Él os espera para perdonaros, para purificaros y limpiaros en los ríos de la Gracia. Dejad las cosas del mundo, convertíos enteramente a Dios. Orad, orad, porque todos los acontecimientos profetizados en La Salette, Fátima y Akita están próximos por cumplirse totalmente. Orad, orad, porque la astucia de satanás ha sembrado confusión en todo el mundo; confusión que lleva a la perdida de la fe; confusión que lleva a los hombres tras los cuentos, tras las fábulas. Orad, orad, para que Mis últimos Mensajes se extiendan por toda la Tierra, Mensajes esperanzadores, Mensajes que habrán de tocar los corazones de los hombres, llevándolos a la conversión. Orad, orad, para que la humanidad entera se Consagre a Mi Inmaculado Corazón. Corazón que es Refugio seguro en este final de los tiempos. Corazón que arde en la Llama de Amor Santo, para todas las creaturas. Corazón que os fortalecerá, cuando sintáis miedo. Corazón que es Oasis de Paz, cuando os sintáis inquietos.”


Virtud de la Obediencia
[2]

“Mis pequeños: Os quiero instruir en la Virtud de la Obediencia, porque si sois obedientes escalaréis altas cimas a la santidad. Obedeced a las mociones del Espíritu Santo. Él no sopla porque sí, Su Hálito Divino os mueve, os impulsa a seguir el frescor de Su Viento, el suave oleaje de Su Presencia. Caminad, impulsados por Su Voz. Parad por instantes a los ímpetus de vuestro corazón y discernid si es Voluntad de Dios. Lo que proviene de Él os debe dar paz. La desazón y turbación de espíritu no proviene de Dios. La obediencia pule la aspereza de vuestro corazón, lima lo bruñido de vuestra vida y da forma a lo tosco de vuestro ser. La obediencia os hace —como madera sin forma que, en las manos del ebanista, a costa de esfuerzo y de trabajo constante, os va tallando hasta construir su obra— obras perfectas. La obediencia es signo de que Dios está en vosotros y signo de que lo que hacéis, así camine en contra vía a vuestros gustos e intereses, es para dar gloria a Su Nombre.

Sed obedientes como Mi Hijo Jesús fue obediente al Plan Salvífico de Dios. Él no opuso resistencia a Su gran Misterio. Lo aceptó, a pesar del sufrimiento y vejámenes que tendría que soportar con tal de obedecer a Su Padre, para rendirle tributo con Su Muerte en Cruz. Sed obedientes, como los primeros discípulos; discípulos que lo dejaron todo, lo arriesgaron todo para seguir Sus huellas, para abrazar la Cruz, porque todo seguimiento implica renuncias y sacrificios que duelen. Sed obedientes, como los Patriarcas y Profetas; hombres recios y templados en la fe. Hombres de sandalias desgastadas que obraron de acuerdo al querer de Dios. Sed obedientes como los Apóstoles, ungidos de Dios, que se dejaron moldear, triturar y amasar para dar gloria al Dios que los llamó. Sed obedientes como lo fui Yo, no Me cuestioné al Plan de Dios, Me puse en Sus Manos para que Me guiara en Su caminar. Me abandoné por completo a Su Proyecto de Amor.”

Termina con el rezo del Santo Rosario, las Letanías y la oración final.

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[1] Agustín del Divino Corazón, Libro 12, ‘María, Maestra de los Apóstoles de los Últimos Tiempos, Tomo I, Consagración a Mi Inmaculado Corazón, Día 7’.
[2] Agustín del Divino Corazón, Libro 4, ‘Triunfo de Mi Inmaculado Corazón y Reinado del Sagrado Corazón’.  Mensaje de María Santísima  en fecha: Abril 28, 2008.

Fuente: http://ejercitocorazonestriunfantes.atspace.cc/libros.htm

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